sábado, 10 de marzo de 2012

sensitive words for a painful place

Cuando ya se había convencido de que todos aquellos rayos de sol, las quemaduras y el hueco vacío donde se suponía que iban esas palabras que ellos no decían, debían de ser guardados en una caja de cartón, sin nombre, como si quisiera dejar que esa caja se perdiese en su mudanza, encontró lo que significó un gran mapa en su momento, donde se perdió durante horas buscando no se qué, y es que nunca llegó a encontrar el tesoro. "No volveré a fiarme de un pirata sin parche jamás", pensó. Ella lo miraba como si un haz de luz vertical fuese a salir del objeto y a reproducir las imágenes del caos. No pasa nada, sólo que a veces las máquinas antiguas se estropean, se mojan con el agua del mar y les entra arena. El siguiente pensamiento se dispara como una duda enorme que la hace fruncir el gesto. "Y la otra mitad?". No estaba segura de saber si quería que estuviese perfectamente guardada, o bajo el mar, muchos metros bajo el agua, y con ella el sol, las quemaduras y el vacío. Se metió en cama y dijo en alto todo lo que se había guardado durante tanto tiempo, palabras aterciopeladas que hacían el mismo daño que las imágenes de guerra. Le dio pena pensar en lo fácil que había sido decirlo, pero también pensó que ella tampoco las había oído. Entonces, sin pensarlo, sin pensar en la mitad hundida en el fondo del mar, sin pensar en sus tardanzas y en sus tropiezos, dejó de observar el haz de luz vertical que en realidad jamás había estado allí frente a ella. O al menos, de eso se convenció para siempre. No había estado allí. Había(...)allí.

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