domingo, 18 de marzo de 2012

do you remember me?

Tomó aire y de sus labios salió un forzado: sí. No un sí quiero de los de las bodas. Para qué? Esa no era la situación, no os confundáis, y es que nunca esperó llegar hasta allí, ni tampoco le hacía especial ilusión. Sin desviar sus pensamientos, en ese momento sólo sintió mucho miedo, que mientras ella intentaba fingir una sonrisa, jugaba al escondite entre el resto de sentimientos que paseaban a través de si en ese momento. Se escondió tan bien...
Estaba accediendo no sabía muy bien a qué, no era ni malo ni bueno, y cualquiera hubiese dicho que la lágrima que cayó por su mejilla derecha resolvía esa duda, pero como siempre y por el amor de discutir, ella se atrevió a decir que las lágrimas caen cada vez por un motivo distinto. Lo único de lo que se dio cuenta fue de que con ese sí estaba firmando un contrato que se la llevaba a la otra punta del mundo. Lejos. Por un momento pudo ver las cajas de la mudanza frente a sus ojos y el billete de avión en su mano. Y casi tuvo ganas de que fuera real, pero el destino tenía prohibido tener mar.
De pronto ya era de noche, tanto que a la luna se la habían comido, y ella salió al balcón, sin manta, sin música, sin ropa, con un papel en la mano. No lo rompió, pero tras leerlo pensó que lo que ponía ese pequeño papel que estaba pegado en la pared junto a su cama había perdido cualquier tipo de poder. Lo dobló, y decidió guardarlo tan bien que jamás pudiera encontrarlo. Con la que estaba cayendo, no podía tirar tanto amor a la calle.

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