viernes, 2 de diciembre de 2011

5

no necesita destapar su otro pie de bajo las sábanas y todas las mantas ya enredadas para saber que cuando se levante su cuerpo se volverá un poco más frío. Caminando por no sabe muy bien qué pasillo, y aprovechando que la casa está completamente vacía, hace un alto en su camino para despertar no sabe muy bien si a sus propios sentidos o a los vecinos, y como si fuese tan sencillo y rutinario como el habla, no necesita más que dejar sus manos muertas sobre las teclas para hacer que toda la música que necesita ahora mismo invada la habitación. Es incapaz de vaciar su mente por un momento, todo lo que ocurre ahora a su alrededor la incita a pensar. Nada que pudiese ocurrir ahora cambiaría lo que se puede observar desde la ventana, dibuja sonrisas mientras canta, alto. Tan alto que puede oírse a través de la imagen. La voz se detiene, como cuando para de soplar el viento, y todo se queda en silencio, bañado por el golpeteo de las teclas que son la lluvia, y ya forman parte de lo que alguna vez han llamado silencio entre la oscuridad de las sábanas. Ahora sería una buena hora para soñar, no sé si piensa volver a meterse en la cama.