martes, 30 de agosto de 2011

the one you want

Como no podía haber sido de otra manera, nada más despertar me he encontrado con un cielo cuyo color no ayuda a mi propósito de empezar de cero. Hoy todo parece decirme a gritos que he hecho mal, y por eso voy a hacerme la ciega y la sorda por un día, al fin y al cabo, nunca me ha gustado hacer lo que me dicen que haga, así que espero que te sigan gustando los abrazos, la música del piano por las mañanas y las sorpresas no tan sorpresa. Si es que sí, es que he hecho bien.

martes, 23 de agosto de 2011

v.6

Antes de nada, quiero que sepas que ha sido estupendo, así, sin darle más vueltas, ya sé que no necesito palabras para que entiendas lo que te gritan mis ojos, así que espero poder volver a verte antes de cerrar la puerta del coche y dejar esto por mucho tiempo. Me preocupa lo sencillo que me está resultando hacer las maletas, no he tenido que dejar nada en el armario "por si vuelvo", porque ya sé que no voy a hacerlo. Termino de cerrar la cremallera y cuando voy a sentarme sobre la cama, lo hago sobre nuestra puta foto de hace dos años. La miro. Éramos jodidamente estúpidos. Nadie nos avisó de que acabaríamos escupiendo mierda los unos de los otros, pero no van a darme el libro de reclamaciones. Es casi ilegal que esté pensando en llevármela conmigo, pero quizás lo haga, aquí no encuentro un mechero. Cojo el móvil y, mientras me tumbo sobre la cama y apoyo las piernas en la pared, una de mis muchísimas manías, vuelvo a mirar si se le ha ocurrido twittear alguna que otra de sus hazañas sexuales, pero la página se cierra, y entra una llamada. Suya. La primera en todo el verano, y no sabría explicar demasiado bien si voy a sonreír o si lo que sale de mis ojos son lágrimas. Cuelgo. Creo que acabo de mandarlo todo a la mierda, aunque él no lo sepa, él nunca sabe nada, sólo me quiere a mi, aunque no me quiera. Se puede saber qué espera?
Última llamada desde las escaleras. Guardo el móvil en uno de los bolsillos traseros del pantalón, cojo mis maletas, y salgo de mi habitación dejando allí la foto y los putos malos recuerdos. El bueno no. Salgo a la calle, y mientras meten las últimas maletas en el coche, me recojo el pelo en un moño despeinado, dejando bailar un par de mechones, y me quito las gafas de sol, que para mí se ha terminado el verano.


lunes, 1 de agosto de 2011

v.5

Es como una patada en la cara, un bajón del autoestima, cuando se te caen los párpados mientras te sientas en la orilla de la pequeña cala que encontramos el año pasado. El tiempo se nos para, pero la marea sigue subiendo hasta que el agua ya te llega a la cintura. Mientras observo la escena pienso en que si yo fuese tu, ya hubiese ayudado al mar a subir con mis lágrimas, pero tu no lo haces. Levantas la mirada y te tuerces para mirarme, recordándome que sabes que sigo ahí, porque incluso a mi me parece que soy uno de esos narradores omniscientes que lo ven todo, lo saben todo, pero son transparentes, no dejan verse, o no existen.
Sin darme cuenta, he dejado que mis piernas me lleven hasta donde tu te encuentras, y sin apenas percibir lo fría que esta el agua me siento a tu lado, y en lugar de mirarte, busco con mis ojos el lugar en el que se posan los tuyos, pero no encuentro nada nuevo allí. Seguramente se debe a que es imposible que yo me pueda sentir igual, mis recuerdos pueden repetirse y allí estaran las mismas personas, con nuevos peinados, ropa e incluso sus formas de ser pueden haber cambiado, pero ahora en los tuyos hay alguien más que no podrá volver a hacernos ahogadillas en el mar, o que no podrá volver a perseguirnos por la playa con algas, porque sabe que no podíamos ni verlas cuando compartíamos el mismo lugar en la playa cuando éramos pequeños. Ninguno de los muchos que nos han dejado este año va a volver para ocupar futuros recuerdos, pero los dos sabemos que algunos han dejado más hueco que otros.
Tras esta breve divagación, o pensamiento interior, me doy cuenta de que la marea ha seguido subiendo y de que por unos momentos he visto lo que tú, y, a decir verdad, ahora mismo necesito tanto que me abraces que te abrazo yo a ti, y me miras, y sonríes, y con eso ya sé que sabes que siempre voy a estar ahí.